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Foto del escritorMariana Lazo

La medicina del Círculo de Mujeres

Actualizado: 8 ene 2022

Éstos días he empezado nuevas aventuras en Círculos de Mujeres maravillosos, y como siempre, la energía que se mueve en estos espacios femeninos es increíble, nos transforma (y me transforma) muchísimo y nace en mí la inspiración y la sabiduría de una voz muy profunda, poderosa y lejana que les comparto hoy un pedacito en este post.


Los errores de la separación que estamos llamadas a sanar en los círculos de mujeres están ligado a la comparación y la competencia.

Cuando nos reunimos con otras mujeres, y comenzamos a percibir su luz, una parte interna de nosotras emite la señal de peligro.


"Si ella brilla demasiado te quitará la luz a tí, te opacará, no hay suficiente espacio para dos, te va a sacar lo tuyo, te va a demostrar que eres débil, no suficientemente buena, o que tu existencia comparada con la de ella es una simple braza".


Esa idea tacaña de que lo que hay es poco y no alcanza para todas, llega pululando desde escasez instaurada en la personalidad falsa y le queda demasiado pequeña al mundo del Espíritu.


Ese reflejo del poder ajeno que deja al descubierto también la luz —y la responsabilidad que conlleva verla de frente—, y desnuda las sombras ante las demás, puede ser un golpe duro y a la vez abrumadoramente revoltoso...


Se establece una crisis de identidad. Una parte muy antigua y profunda añora la esencia del elixir sanativo y alquímico del círculo, y otra nos pone en cuatro patas, e insta a correr lejos o a ponerte 'a la defensiva' y observar todo, buscando dobles intensiones, la quinta pata del gato negro de bruja —que debe tener la otra escondido bajo la manga—.


Esta herida lleva siglos allí. Hemos aprendido a que si nos juntamos con la poderosa, con la liberada, con la sabia, seremos perseguidas y acusadas. Si soy igual, caeré con ella.


El dolor del exilio aún quema a piel viva y se activan las brazas con cualquier soplo.


Por eso a veces —involuntariamente—buscamos poner una distancia entre ellas y nosotras. O me coloco arriba, o me coloco debajo. Saco ventaja, me pongo sobre una posición superior y yo soy quien acusa con el dedo y finjo saberlo todo, o me pongo debajo para no resaltar, de esa manera me mantengo segura de que los que están a mi vera no se incomoden ni noten mi brillo.


Ponernos lado a lado, tomarnos de las manos, enlazarnos corazón a corazón, y mirándonos a los ojos con otras mujeres, en un mismo nivel, puede hacernos temblar las rodillas.

Desaprender todo esto —a diferencia de lo que se cree— no es difícil, pero sí lleva consciencia y ganas de hacer el trabajo...


Y es la honestidad brutal con nosotras mismas que necesitamos en este momento, la que se tilda de difícil.


Liberadora sí es.


Pero lo difícil es vivir con ese dolor de separación enquistado en el Alma y no hacer nada para remediarlo, mientras te succiona la sangre como una garrapata y te debilita de a poquito y en silencio, mientras sigues durmiendo sobre el almohadón de plumas.


Queremos retomar esa esencia numinosa, salvaje y poderosa, queremos encarnar esa valentía de sostenernos como hermanas y recordarnos como iguales, y ese deseo es tan intenso y escandaloso, que nos mueve las entrañas y nos empuja a juntarnos en grupo.

Persistimos pese a las memorias internas que nos advierten que no lo hagamos, que crecen como enredaderas espinosas desde las lápidas de nuestras ancestras.


Nos pinchan, pero seguimos apostando a la vida, y a construir maneras más circulares, como el vientre de la madre, la forma de la tierra, el tronco de los árboles, y los nidos de resguardo...


Cuando sobrepasamos ese umbral de miedo a la luz, vamos tranquilizando poco a poco al ego para comprobarle que no hay peligro, le vamos exponiendo la evidencia de cómo nos potenciamos, nos apoyamos, nos enseñamos, y nos acogemos...


Esta herida se suavisa y puede empezar a sanar con el amor que emana esta entidad circular que tiene Espíritu propio y que ha sido creada desde la presencia de todas, pero que nos trasciende.


Y cuando eso ocurre, y brotan como un manantial los talentos y dones de cada una, y empezamos a ver hondo, a reconocer la singularidad de cada una, y las historias que compartimos; se borra el error y nace la comUnidad.


Con amor,

Mariana






Lo escribí:

DÍA 11. Arquetipo La Joven o La Doncella

 

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