Este es el segundo artículo que escribo con un título similar, y verdaderamente nace a partir de reflexiones del artículo «El poder de las palabras».
Si no viste el VIVO del otro día en mi IG, aquí te dejo la reflexión que estuve planteando.
Hoy vamos a hablar de porqué según mi experiencia personal el silencio es poderoso. Cuáles son los tipos de silencios que existen. Y por qué es tan fundamental otorgarnos al día un espacio para vivenciarlo.
Tipos de silencio
El silencio está presente en cada momento de nuestra vida, el silencio engrandece un discurso, hace más sublime a una composición musical y forman parte indivisible de su armonía, transforma un diálogo teatral, admite espacio para observar nuestro interior.
Me gusta creer que a grandes rasgos hay dos tipos de silencios: el silencio social y el silencio individual. Quizás el segundo te suene más conocido, y no entiendas bien a qué me refiero con el primero.
El silencio social es una de esas maravillas que nos otorga la convivencia con otros individuos, en donde, en medio del ruido y la vorágine de movimiento, se generan espacios de presencia y compañía mutua.
Me gusta creer, en cambio, que cuando nos conectamos individualmente a él, es como si sintonizáramos con el ritmo real del mundo, con ese ritmo orgánico y pausado que tienen las olas al ir y volver, el movimiento plácido de la respiración de un bebé al dormir, o el que siguen las alas de un ave al planear por el cielo.
El silencio social
Este tipo de silencio puede manifestarse de diversas maneras:
El silencio que entregamos como consuelo, es ese silencio lleno de presencia, para esos momentos en los que las palabras sobran, cuando el amor se manifiesta en gestos y acciones.
El silencio de la compañía mutua. Es el que experimentamos con parejas, amigos o familiares, basado en compartir, disfrutar, y puede tener sus matices meditativos. ¿Quién no ha experimentado ese instante en donde las miradas bastan, en el que luego de la expresión de sentimientos, ya nada es necesario más que el recogimiento interior para el disfrute de las emociones experimentadas?
El silencio de la escucha atenta. Este es sanador tanto para quien habla como para quien escucha, permite la expresión honesta de nuestras emociones, pensamientos y sentimientos. Y es hermoso cuando se da en un ambiente en el que no nos sentimos juzgados, sino respetados y aceptados.
El silencio contemplativo. Este lo agrego por capricho (como si los demás no fueran eso también), pero creo que es digno de mención, porque este silencio es el más sublime, es aquel que germina al enfrentarnos a las maravillas de la naturaleza (sean cual sean sus dimensiones), enmudece nuestro espíritu y nos insta a emocionarnos. Este silencio experimentado en grupo, viene cargado de una energía y una conexión especial, enmudece todas las bocas y desboca los corazones.
El silencio para procesar. A veces las noticias, las palabras, los gestos o las expresiones que recibimos de otros, o del exterior producen dentro de nosotros un apabullante sobrecogimiento interior. Necesitamos una pausa, detenernos, para integrar esa nueva información recibida. Ocurre cuando algo impacta en nosotros, en nuestra conciencia, produciendo un click o cambio interior originado por eso nuevo que estamos recibiendo. Puede suceder al escuchar una canción, leer un libro, o al sostener una conversación. Y nuevamente él irrumpe de manera milagrosa, otorgándonos esa posibilidad.
Aquí quiero plantear de manera reflexiva, otro tipo de silencio que podemos escoger a voluntad, menos espontáneo u orgánico que los anteriores (al menos al inicio, mientras nos entrenamos en ello): el silencio ante las críticas. Cultivar esta variante nos proporcionará gran beneficio, ya que contribuye a cuidar nuestra energía personal, además de ayudar a fortalecer nuestro amor propio. ¿De qué manera y porqué? Sigue leyendo que te lo cuento.
Hay una historia de Sócrates que resulta muy útil para aprender a afrontar estas situaciones, tanto si vienen ante ti con una crítica o un chisme acerca de alguien, como si eres tú mismo el que está por hacerlo. Por si no la conoces la transcribo:
«–Maestro ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
–Espera un minuto –replico Sócrates. Antes de decirme nada, quisiera que pasaras la prueba de los tres filtros a lo que vas a decirme.
–Primero EL FILTRO DE LA VERDAD. ¿Estas absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
–No, realmente sólo escuche sobre eso y….
–Esta bien –dijo Sócrates–, entonces realmente no sabes si es cierto o no. Ahora permite aplicar el segundo filtro, EL FILTRO DE LA BONDAD. ¿Es algo bueno lo que vas a decir de mi amigo?
–No, por el contrario….
–Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto… Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: EL FILTRO DE LA UTILIDAD.
–¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
–No, la verdad que no….
–Bien –concluyo Sócrates–, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no es útil ¿Para qué querría saberlo?»
Ya sé que suena muy a filósofo antiguo, y que no parece lógico ponerse a hablar de esta manera en la vida real. Pero (¡ATENTI!) si no encuentras una manera de frenar esto, drenará tu energía, te mantendrá inmerso en pensamientos para nada potenciadores, además generarás entre tus conocidos la fama del «tacho de la basura». ¿La conoces? Es cuando todos los que se te acercan vienen con sus problemas, los problemas de su familia, del país, del mundo…. ¡Y no sólo eso! También acarrean hasta tus orejas con ese inconformismo y crítica constante (como ya hablamos en este post).
No sé tú, pero a mi eso no se me hace ni un poquito interesante. Además que practicar estos filtros te permitirá sentirte mejor contigo mismo, ejercitar tu inteligencia emocional y atraer a tu vida gracias a tu nueva vibración, personas que puedan aportarte charlas enriquecedoras.
No digo que sea fácil. ¡A mí me ha costado retirar este mal hábito de mi vida e incluso a veces no me doy cuenta y caigo en él! Pero lo importante es observarnos en medio de ello y reconducir nuestros pensamientos y palabras. La crítica externa es ni más ni menos, que una demostración de «cómo andamos por los prados mentales». Si somos honestos con nosotros mismos, y nos damos el espacio de observarnos sinceramente, percibiremos que cuando más críticos estamos con el exterior, es porque más lo estamos siendo con nosotros mismos. Es la ley del espejo que nos está recordando: «como adentro es afuera».
Bueno… luego de todo esto te preguntarás. ¿Cuál es el sentido de desarmar en millones de partes el silencio y tratar de explicarlo? Pues no sé, pero me ha dado por ello. Quizás la intención oculta es hacer consciente de las múltiples facetas que tiene, ver todos sus perfiles y posibilidades. Ver todos esos espacios en los que su presencia acrecienta nuestro sentir y magnifica nuestra vida. Quizás es porque ha aportado a mi vida tanto que no puedo desprender de mí la mirada romántica que tengo de él, y cuando lo menciono es como si hablara de un amigo al que aprecio, admiro y recomiendo infinitamente.
Porque al fin y al cabo, podré intentar explicarlo en palabras, pero ellas simplemente me alejan más de lo que realmente ES, así que la única opción viable es que lo experimentes.
El silencio individual
El silencio florece en el reposo de actividad externa y en la soledad.
Pero muchas veces nos encontramos con la dificultad o el miedo a silenciar. Como si el apagar por un instante todos esos «deberías» externos, nos fuese a dejar parados frente a un escenario sumamente desolador.
¿A qué le tememos? ¿A encontrarnos con nuestros monstruos interiores? ¿A descubrir que no sabemos cuál es nuestra voz esencial, porque nos hemos ocupado de escuchar a todas las voces que nos dicen quiénes somos o quiénes deberíamos ser y/o hacer? ¿A escuchar las decisiones que nuestra Alma nos pide a gritos tomar y que queremos mantener oprimidas?
Sea cual sea la respuesta por lo común suele ser un debe que nos tenemos a nosotros mismos. Considero que juega un papel súper importante construir conscientemente un espacio de reposo, de no hacer, un vacío creativo, para permitirnos SER.
Porque es esa «improductividad» (tan mal visto por la sociedad y nuestro ego) la que nos brindará respuestas y nos proporcionen algo que pueda llenar nuestras vidas, y no los estados de supervivencia, estrés, corridas y demandas exteriores.
Me dirás… Lo intento pero no puedo. Pues sigue intentándolo… porque al que no le gusta meditar es al EGO, al ALMA le encanta. Permítelo. La mayoría de las veces creemos que tenemos que ser superpoderosos, estar haciendo, y que regalarnos atención y tiempo es egoísta. Esta creencia nos boicotea, nos impide sentarnos unos instantes para respirar. Pero querida/o, no va a pasar nada si te detienes, todo estará bien, y lo mejor es que TÚ estarás bien. Estarás mejor, y todo a tu alrededor lo reflejará.
Por este motivo es que tanta gente, poco a poco ha comenzado a optar por el Yoga, Tai chi, la Danza, la Meditación u otras actividades. Porque encuentran en esos espacios el refugio del silencio, de aquietar la mente, de autoregalarse una pausa, escuchar el cuerpo y el Alma. Porque en esa escucha contemplativa es cuando florece lo que en verdad somos y se nos revela la trascendencia.
Y simplemente, si no lo haces, la vida se va a encargar de llamar a tu puerta y hacerte detener. Y esa irrupción a veces es brusca y se llama enfermedad. Es el mecanismo del SER que te conectará con el presente, con lo que tienes y con lo que eres, te recordará que ese andar presuroso carece de sentido. El cuerpo habla lo que callas, o mejor dicho a-callas.
—¿Pero qué eso maravilloso por lo que tanto amas el silencio Mariana?
Pues porque todos hemos sentido en algún momento de nuestra vida esa voz de la intuición o de la consciencia, ella parpadea bajito. Con la velocidad y el ruido, con los prejuicios y las creencias (de que no es útil, no tiene explicación) tendemos a apagarla. Solo en el silencio aprendemos a escucharla y es donde ella encuentra sitio para resurgir. Es nuestra guía en la vida, quien dirige nuestros pasos hacia la realización de lo que somos, hacia la completud, hacia las experiencias, lugares y situaciones que nuestra Alma necesita para crecer y manifestarse, por ello es tan crucial crear y/o fortalecer la relación con esa voz.
A veces deseamos estar en solitario, necesitamos nuestro espacio vital para permitirme ser libres, sacudir el cuerpo, bailar una danza tribal (pie, talón, planta...una, otra, y otra vez), dar un par de pasos fuertes, menear el coxis, aletear y gruñir un poco.
A veces necesitamos el silencio para quedarnos inmóviles, estáticos frente a un atardecer naranja y ver cómo las luces y las sombras juegan en el interior y el exterior.
A veces queremos abrirle la puerta a la solitaria presencia, esa que nos embauca de existencia, que nos hace sentir y ser sin cuestionar.
A veces buscamos el silencio y la soledad porque sabemos por instinto que son el remedio, el elixir que nos da entusiasmo, que nos recuerda que estamos aquí, que nunca nos fuimos, que solo hemos sido momentáneamente catapultados por la rutina diaria. Y aunque frente al espejo no nos reconozcamos, siempre podemos volver a encontrarnos si nos acercamos a ellos.
A veces solo en la soledad y el silencio emergen el abrazo sincero y el perdón a nosotros mismos. Se cuelan los fantasmas, y sin miedo los contemplamos, al final de cuentas, son solo las formas de un pensamiento que moldeamos las que hoy nos atemorizan, poniendo en nuestro cuerpo la adrenalina necesaria para querer huir. Pero siempre podemos ser valientes y enfrentarlos, sentarnos a su lado y preguntarles porqué les gusta tanto asustarnos. A lo mejor, entre sinceridad y plática, entre silencio y cavilaciones podamos hacer las pases, y permitir que se vayan del estómago y ambicionar con que nos cambien de raíz.
Mindfulness
Me pongo a escribir (o hablar) y me emociono…
Pero antes de llegar al final del artículo quería realmente hablarte de una herramienta que te puede ayudar mucho en la exploración diaria del silencio.
¿Te suena rara la palabra Mindfulness o sabes de lo que hablo?
Puede sonar raro, pero no es raro. Mindfulness (resumidito, resumidito) significa Atención plena o Consciencia plena. Es un ejercicio que consiste en recordar a cada instante regresar al presente. ¿Qué es eso de vivir el presente?
Veamos... ¿Eres consciente en este momento de la posición en la que estás sentada/o ahora mismo? ¿Estás cómodo o hay alguna incomodidad en el cuerpo? ¿Sientes el roce de la ropa en tu piel? ¿Cómo es tu respiración, lenta, armónica y profunda o corta y rápida?
Seguramente hasta que no te lo pregunté ignorabas esas sensaciones. Justamente de esto trata, de estar atento todo el tiempo a lo que estás haciendo, alejando tu mente y tus pensamientos de donde suelen estar (en el futuro o en el pasado) y traerla a este instante que estás viviendo, a lo que estás sintiendo, necesitando o haciendo. Practicar Mindfulness en la vida diaria es muy sencillo, pero implica un constante entrenamiento mental. Porque si dejamos a la mente a sus andanzas, bien sabremos que puede terminar en cualquier sitio. Como cuando está a solas y de pronto te sorprendes pensando algo, al preguntarte ¿de dónde salió esto? verificas que la mente saltó de liana en liana como mono travieso y fue a parar a cualquier parte, un sitio muy diferente al que comenzó...
Aquí te dejo un simple ejercicio de atención plena para que puedas comenzar a poner en práctica en tu vida el silencio de una manera consciente:
Siéntate por un instante en una postura cómoda. Puede ser en el suelo, en una silla, sobre el césped, donde gustes...
Cierra tus ojos y comienza a inhalar profundamente y exhalar también completamente, expulsando todo el aire posible.
Ahora imagínate que te encuentras sentada/o justo en el centro de tu cabeza, y observas a tu mente. Hazte observador de tu propio interior, comienza a ver cómo allí dentro flotan diversos pensamientos, preocupaciones o pendientes, pero tu puedes escoger dejarlos pasar, como si de nubes se trataran.
Comienza a darte cuenta que en realidad en tu interior existe una paz absoluta y que todo el ruido siempre fue externo, que esos pensamientos solo se activan si permites que el ruido exterior entre en ti. ¿Puedes sentir el silencio?
Disfruta esa sensación el tiempo que desees.
Y cuando quieras, vuelve lentamente a tomar contacto con tu cuerpo, tus dedos de las manos y pies, sentir tu base en el sitio en el que estás sentada/o.
Este ejercicio es muy simple y no requiere de mucho tiempo. Puedes practicarlo a diario, hasta que vayas acostumbrándote más y más a esa sensación, hasta que la integres como parte de tu vida diaria. En ese silencio, comienzan a surgir ante tu consciencia mensajes y sensaciones que te reconectán con tu SER ESENCIAL.
Ahora cuéntame tu. ¿Qué es para ti el silencio?
¿Qué otros tipos de silencios no mencionados se te ocurren?
¿Te interesa saber más sobre Mindfulness?
Te leo en los comentarios.
Con amor,
Maraian
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